Amarás a Dios sobre todas las cosas y a la naturaleza como a ti mismo.





Plegaria Indígena


No te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. No duermo ahí.
Soy como mil vientos soplando.
Soy como un diamante en la nieve, brillando.
Soy la luz del sol sobre el grano dorado.
Soy la lluvia gentil del otoño esperado.
Cuando despiertas en la tranquila mañana,
Soy la bandada de pájaros que trina.
Soy también las estrellas que titilan,
mientras cae la noche en tu ventana.
 Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando
No estoy allí. Yo no morí.


Anónimo

¿Por qué el fuego?


Puedes hacer aquí un alto en el camino, sé que el invierno arrecia. Ven, acércate, pon tus manos y tu cara congeladas por encima del fuego que chisporrotea. Hablaré yo primero, pues soy yo quien preparó el calor que ahora nos reúne. Aleja de ti  todo pensamiento extranjerizante. Siéntate. Mirémonos de frente ya que el cuerpo se ha entibiado y el ánimo furtivo ha desaparecido. En la oscuridad cerrada de la noche aguardemos que amanezca mientras las llamas intensamente brillantes en tonos rojos, naranjas y amarillos nos impregnan de tibieza y luminosidad. Aquí juntos en derredor del fuego, el silencio y la palabra se han dado tregua y ambos ceden su lugar según los fulgores que sean portados en el corazón del visitante. También el alma ha dejado caer sus velos y cual joven doncella se sienta desnuda en cuclillas a mirar fijamente el incesante surgir de las sonoras chispas. Aquieta tú también los rincones más profundos de tu mente y cuando el plácido sosiego te habite deja salir la sombra que nada ha de temer.  Quizás eras tú quien deseaba hace mucho tiempo poder hallar algún lugar donde quemar y destruir malos momentos o calentar y dilatar buenos recuerdos. En su presencia puedes purificar tu espíritu y convertirlo en oro. Si has venido a ser reconfortado, sélo. Si has venido a ser iluminado, sélo. Has venido a ser llenado por un fuego encendido en medio del frío de tu alma y la soledad errante de tu corazón. Mi fuego no es un fuego abrasador, es sólo la energía que envuelve lo que está vivo desde el interior. Es símbolo del amor y la devoción, sutil alquimia que anida en todo lo creado. Por eso, también es tuyo. Te lo doy. Haz con él lo que quieras. Pero recuerda siempre como yo he sido contigo. Cada acto humano entraña bendición o maldición, de ti depende qué puerta decidas abrir: la que te conecta con lo divino  o la que te arrastra al infierno. Ya estás listo para emprender el viaje, sólo ten en mente lo que ha dicho un gran conocedor del alma humana: "Solo se volverá clara tu misión cuando puedas mirar en tu propio corazón." Puedes ir,  pues ya hemos comulgado una transmutación  de resplandores y tu viaje no debe esperar. No te retengo, beso tus manos y perfumo tus pies con almizcles y hierbas del bosque recién cortadas.  Renueva tu promesa con la vida y llega restablecido  al  momento  en que recuperarás el sentido de todo lo vivido y lo perdido, aquel  que el poeta definió como  la más feliz o la más amarga de tus horas, el día que te encuentres a ti mismo.