Puedes hacer aquí un
alto en el camino, sé que el invierno arrecia. Ven, acércate, pon tus manos y
tu cara congeladas por encima del fuego que chisporrotea. Hablaré yo primero,
pues soy yo quien preparó el calor que ahora nos reúne. Aleja de ti todo pensamiento extranjerizante. Siéntate.
Mirémonos de frente ya que el cuerpo se ha entibiado y el ánimo furtivo ha
desaparecido. En la oscuridad cerrada de la noche aguardemos que amanezca
mientras las llamas intensamente brillantes en tonos rojos, naranjas y amarillos
nos impregnan de tibieza y luminosidad. Aquí juntos en derredor del fuego, el
silencio y la palabra se han dado tregua y ambos ceden su lugar según los
fulgores que sean portados en el corazón del visitante. También el alma ha
dejado caer sus velos y cual joven doncella se sienta desnuda en cuclillas a
mirar fijamente el incesante surgir de las sonoras chispas. Aquieta tú también
los rincones más profundos de tu mente y cuando el plácido sosiego te habite
deja salir la sombra que nada ha de temer. Quizás eras tú quien deseaba hace mucho tiempo
poder hallar algún lugar donde quemar y destruir malos momentos o calentar y
dilatar buenos recuerdos. En su presencia puedes purificar tu espíritu y
convertirlo en oro. Si has venido a ser reconfortado, sélo. Si has venido a ser
iluminado, sélo. Has venido a ser llenado por un fuego encendido en medio del
frío de tu alma y la soledad errante de tu corazón. Mi fuego no es un fuego
abrasador, es sólo la energía que envuelve lo que está vivo desde el
interior. Es símbolo del amor y la devoción, sutil alquimia que anida en todo
lo creado. Por eso, también es tuyo. Te lo doy. Haz con él lo que quieras. Pero
recuerda siempre como yo he sido contigo. Cada acto humano entraña bendición o
maldición, de ti depende qué puerta decidas abrir: la que te conecta con lo
divino o la que te arrastra al infierno.
Ya estás listo para emprender el viaje, sólo ten en mente lo que ha dicho un
gran conocedor del alma humana: "Solo se volverá clara tu misión cuando
puedas mirar en tu propio corazón." Puedes ir, pues ya hemos comulgado una transmutación de resplandores y tu viaje no debe esperar. No te retengo, beso tus manos y perfumo
tus pies con almizcles y hierbas del bosque recién cortadas. Renueva tu promesa con la vida y llega restablecido
al momento en que recuperarás el sentido de todo lo
vivido y lo perdido, aquel que el poeta
definió como la más feliz o la más
amarga de tus horas, el día que te encuentres a ti mismo.