En el umbral de tu conciencia donde me encuentras puedes tomar el regalo que más necesites


También vinieron mujeres sabias.
el fuego ardía en su seno
mucho antes de ver
la estrella luciente
en el cielo.

Caminaban en la oscuridad
fiándose de que el camino
se iluminara
a luz la de la luna.

También vinieron mujeres sabias,
sin preguntar la dirección,
ni tener permiso
de ningún de rey.

Vinieron por su propia autoridad,
su propio deseo,
su propio anhelo.

Vinieron en silencio,
sin rumores,
sin provocar  miedo
que terminara con
la matanza de inocentes.

También vinieron mujeres sabias
y trajeron
regalos útiles:
agua que limpia,
fuego que ilumina,
una manta que envuelve.

También vinieron mujeres sabias,
por lo menos tres de ellas
para ayudar a María a dar a luz.
Cuando gemía
con dolores de parto
susurraban bendiciones antiguas
en su oído.

También vinieron mujeres sabias
y se marcharon por otro camino
igual que lo hacen siempre
las mujeres sabias.

En esta época del año y en todos los
los momentos importantes de nuestra vida
que veamos a las mujeres sabias
que vienen trayéndonos
tus dones.

Vestidas sin llamar la atención,
pero están allí
al borde de la sombra,
en el límite de nuestro tiempo,
en el umbral de la conciencia,
Y nos ofrecen lo que más necesitamos.

Danos ojos para verlas ahora
antes de que se marchen
por otro camino,
antes de que vislumbremos la sombra de su marcha,
sombra bordeada de oro,
antes de que sintamos el perfume de  aromas
en el aire tras ellas.


Jan Richardson

Me pregunté qué es el éxito y no pude contestarme otra cosa.


Toma una sonrisa, regálala a quien nunca la ha tenido.

Toma un rayo de sol, hazlo volar allá en donde reina la noche. 

Descubre una fuente, haz bañar a quien vive en el barro.

Toma una lágrima, ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.

Toma la valentía, ponla en el ánimo de quien no sabe luchar.

Descubre la vida, nárrala a quien no sabe entenderla.

Toma la esperanza, y vive en su luz.

Toma la bondad, y dónala a quien no sabe donar.

Descubre el "amor", y hazlo conocer al mundo.

Mahatma Gandhi


Grace finds goodness in everything


Gracia

La gracia, ella se lleva la culpa 
Ella cubre la vergüenza 
Remueve la mancha 
Podría ser ese su nombre. 

Gracia, es el nombre para una nena
También es un pensamiento que cambió el mundo 
Y cuando camina por la calle 
Puedes oír las cuerdas
la gracia encuentra bondad en cada cosa.

la gracia, ella tiene el caminar 
No en una pasarela o rayuela 
Ella tiene el tiempo para hablar 
Ella viaja fuera del karma 
Ella viaja fuera del karma 
Cuando va a trabajar 
Puedes oír sus cuerdas
la gracia encuentra belleza en cada cosa.

La gracia, ella lleva un mundo en sus caderas 
No tiene labios para champagne 
Ni giros o saltos entre las yemas de sus dedos 
Ella lleva una perla en perfecta condición.

Lo que una vez fue herida, lo que una vez fue fricción 
Lo que deja una marca, deja de manchar
Porque la gracia hace bellas las cosas feas,
la gracia encuentra la belleza en lo feo,
la gracia encuentra lo bueno de cada cosa.

El que escribe pensando en quien ya lo olvidó



Los justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

J.L. Borges

Civilización


Un hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.

Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y -como yo- feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.

Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamos
a los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
frío de la piña rebanada
sobre el plato de la ca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.

Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
Una bala de hombre mata a un hombre.

Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír -en Platón- morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber
que dos y dos son cuatro...

Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo
se interroga de nuevo
y deja mil preguntas sin respuesta
en la hora en que el hombre
penetra -a mano armada-
en la vida indefensa de otros hombres.
súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.

Y nada está seguro de sí mismo
-ni en la semilla en germen,
ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!

Jaime Torres Bodet